martes, 24 de noviembre de 2009

El Origen de las Especies

Tal día como hoy, 24 de noviembre, pero de 1859, veía la luz El Origen de las Especies, una de las obras más trascedentales y que más ha influido en el devenir posterior de la humanidad. Se cumplen por tanto 150 años de la publicación de la primera edición de esta obra, cuyo título completo era El Origen de las especies por medio de la Selección Natural o la preservación de las razas favorecidas por la lucha por la existencia.
Fueron varios los pilares sobre los que sustentó esta obra, pero el antecedente más importante fue el viaje que Darwin realizó alrededor del mundo entre 1831 y 1836 en el HMS Beagle. En este realizó una gran cantidad de observaciones científicas a la vez que recopiló númerosísimos especímenes le ayudaron a sentar las bases de lo que sería su teoría de la evolución.
Otro elemento importante para la génesis de su obra fue la lectura de El ensayo sobre la población, obra publicada por el geógrafo Malthus en la que proponía que mientras las poblaciones aumentan siguiendo una proporción geométrica, los recursos que las mantienen lo hacer linealmente o en proporción aritmética. Llegaría, por tanto, un momento en que los recursos serían insuficientes para mantener a la población; de aquí se deduce la idea de la lucha por la supervivencia: en un ambiente altamente competitivo únicamente sobrevivirían los individuos mejor adaptados.
Darwin también obtuvo datos de la observación cotidiana, en una época en la que eran frecuentes los procesos de selección artificial para conseguir variedades deseadas de animales, como perros o palomas.
Poco a poco la teoría fue tomando cuerpo, aunque Darwin no se decidía a publicarla de modo definitivo. En junio de 1842 escribió un breve resumen de unas 35 páginas (el llamado Sketch) que amplió hasta una pequeña obra de 248 páginas (el Essay) en 1848. El detonante para su publicación sería una carta que Darwin recibió de Alfred Russell Wallace, otro científico que había llegado a las mismas conclusiones que Darwin independientemente de él. Se llegó a una solución de consenso y así, un breve resumen de los trabajos de ambos fue presentado el 1 de julio de 1858 en la Sociedad Linneana, leyéndose el de Darwin en primer lugar.
Estos hechos también propiciaron que Darwin se apresurase a publicar su obra. Y así redujo sustancialmente sus escritos hasta que el 24 de noviembre de 1859, El Origen de las Especies vio la luz. Los 1500 ejemplares que se editaron se agotaron en la editorial en ese mismo día. Un año después vería la luz la segunda edición y así sucesivamente hasta llegar a la sexta.
El Origen de las Especies, aun a pesar de no referirse directamente al origen del hombre, fue una obra que desató una cierta polémica en determinados ambientes conservadores, y aunque Darwin se mantuvo alejado de ésta, son ampliamente conocidos los enfrentamientos dialécticos entre los detractores de su teoría, representados por el obispo Wilbeforce, y sus partidarios, como Thomas Huxley a quien se llamó el bulldog de Darwin.
El Origen de las Especies se difundió rápidamente por todo el mundo y España no iba a ser una excepción. En nuestro país las teorías de Darwin fueron difundidas principalmente por profesores de institutos de segunda enseñanza, el equivalente a nuestros institutos de hoy. En este sentido, y por la proximidad, recordar a D. Rafael García y Álvarez, catedrático de Ciencias Naturales de hoy I.E.S. Padre Suárez de Granada, quien eligió el transformismo, como entonces se conocía a las teorías de Darwin, como tema de su lección inaugural del curso académico en 1872. Su exposición chocó con la oposición de la iglesia y el arzobispo de Granada, D. Bienvenido Monzón, condenó su discurso y amenazó de excomunión a quien tuviese la obra del catedrático llegando a quemar públicamente los libros del profesor García y Álvarez en la plaza de la catedral.
Hoy día las teorías de Darwin han sido plenamente aceptadas y reconocidas. El avance de otras disciplinas, como la genética, han llevado a un modelo que explica satisfactoriamente el cambio que experimentamos los seres vivos a lo largo del tiempo. Es por ello el día de hoy un buen momento para que recordemos la figura de Charles Darwin y el trascendental papel de su obra más influyente, El Origen de las Especies.
En nuestro instituto también nos sumamos a esta conmemoración y en estos días se ha publicado en la red el segundo volumen del número 12 de la revista Pasaje a la Ciencia, dedicado a Darwin y a la evolución, en la que hemos contado con notabilísimas colaboraciones y que podéis visitar desde este enlace.
Y aprovechando este aniversario os invito a que en la sección de comentarios seleccionéis e incluyáis una cita de la obra de Darwin junto a un breve comentario de vuestra parte. Podéis consultar El Origen de las Especies en la red en esta dirección del Instituto Cervantes o en esta otra de wikipedia.


martes, 17 de noviembre de 2009

Agua en el Cosmos

Indudablemente la noticia del fin de semana en todos los medios de comunicación ha sido la confirmación de que en determinadas zonas de la Luna hay agua en estado sólido. Efectivamente, en estos días se han hecho públicos los resultados obtenidos a partir del análisis de los datos enviados por la misión LCROSS de la NASA que confirman su presencia en la Luna. En esta misión un cohete propulsor se estrellaba en el interior del cráter Cabeus, situado en el polo sur de nuestro satélite, en una zona nunca iluminada por el Sol, y seguidamente una sonda analizaba el material eyectado por el primer impacto para, del mismo modo, acabar chocando sobre la Luna. Los telescopios lograron captar el momento del choque y la nube de materiales proyectados. Anteriormente se sospechaba, por otros indicios, de la existencia de agua en nuestro satélite, pero ahora se ha confirmado definitivamente. Tras una primera capa con materiales del fondo del cráter, el impacto arrojó materiales profundos en los que se ha encontrado, según algunas fuentes, hasta cien litros de agua.
¿Por qué la noticia ha tenido tanta trascendencia? Indudablemente porque el agua es fundamental para la vida que nosotros conocemos. En el caso de los seres humanos baste decir que aproximadamente un 70% de nuestro peso es agua y es tan necesaria para nuestra actividad vital que no sobreviviríamos más de 4 o 5 días sin tomarla. Por eso, asociamos agua y vida y quizá nos creamos más cerca de encontrar vida en otros lugares del Cosmos si en ellos encontramos esta molécula.
Pero lo cierto es que el agua está presente a lo largo de todo el Universo. Sin ir más lejos, tenemos constancia, a través de las estructuras geológicas que allí hemos observado, que el agua corrió por la superficie de Marte llegando a formar incluso grandes lagos y océanos. Y en la actualidad, las sondas espaciales han detectado hielos formados por agua en distintas zonas del planeta rojo, como los polos. Qué ha pasado con esa inmensa cantidad de agua es algo que no sabemos con certeza y en lo que investigan los científicos. Pensemos en un planeta que hace unos miles de años era similar a la Tierra y que hoy es completamente diferente; comprender su evolución nos puede ayudar a prever el futuro de nuestro planeta.
Pero también hay indicios de que existie agua en otros cuerpos del Sistema Solar. Se ha propuesto que Europa, uno de los satélites de Júpiter, pudiera contener agua líquida bajo su superficie congelada y también hay evidencias de su presencia en los meteoritos; así al menos se desprende del estudio de uno que cayó en Texas y en cuyo interior se encontaron gotitas microscoópicas de agua líquida. E igualmente hay agua en los cometas; se ha llegado a especular que estos pudieron contribuir a la formación de los primitivos océanos terrestres.
¿Y fuera del Sistema Solar? La respuesta también es afirmativa; afortunadamente el agua en estado gaseoso emite ondas de radio que pueden ser detectadas con los radiotelescopios. Y éstos han captado agua en múltiples lugares del Cosmos: en nebulosas donde se están formando estrellas, en la proximidad de estrellas jóvenes o incluso en los alrededores de estrellas agonizantes. Se ha llegado, incluso, a detectar agua en galaxias lejanas.
En estos días se ha confirmado la existencia de agua en nuestro satélite y desde hace tiempo se ha demostrado su presencia a lo largo del Cosmos. El agua, la molécula que posibilita la vida en la Tierra, no es un bien exclusivo de nuestro planeta, es algo ubícuo en el Universo. ¿Lo será la vida también? Espero vuestras opiniones.

viernes, 6 de noviembre de 2009

De planetas y exoplanetas


Durante miles de años el hombre únicamente ha conocido seis planetas. Desde la Tierra sólo se podía observar a simple vista a Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno, y el primero de ellos con gran dificultad dada su proximidad al Sol. Si a éstos les añadimos el Sol y la Luna sumamos en total los siete cuerpos celestes observables desde nuestro planeta desde la antigüedad. Siete astros en el firmamento y siete días de la semana. ¿Podéis encontrar alguna relación entre los nombres de los días y los siete astros a los que nos referimos? Si queréis ir más lejos aún y saber el porqué del orden de los días en la semana os recomiento leer el magnífico artículo de Vicente López en el último número de Pasaje a la Ciencia.
El advenimiento del telescopio amplió el número de planetas en el Sistema Solar. William Herschel descubrió Urano en 1781 con un instrumento que el mismo construyó. Pero a Neptuno no se le descubrió mediante la observación; diversos astrónomos observaron perturbaciones en la órbita de Urano que únicamente se podrían explicar por la presencia de otro cuerpo cercano; el nuevo astro, fue localizado en el cielo en 1846. Pero el que menos tiempo ha mantenido su categoría de planeta ha sido Plutón, descubierto en 1930 a través del telescopio, pero que en 2006 perdió su estatus y pasó a ser considerado un planeta enano.
En la actualidad nuestra búsqueda de otros mundos ha rebasado los límites del Sistema Solar y ya se han descubierto unos 400 planetas que orbitan alrededor de lejanas estrellas; estos reciben el nombre de exoplanetas. Y estos suponen distancias enormes, en algunos casos de miles de años luz. ¿Cómo ha sido posible, entonces, detectar estos planetas? Y aquí de nuevo se demuestra el poder casi ilimitado del ingenio humano.
Veíamos en clase cuando hablábamos del sistema Tierra-Luna que nuestro satélite no gira exactamente en torno al centro de la Tierra, sino que ambos cuerpos giraban en torno a un punto común, próximo a la superficie de la Tierra; es como si uniésemos las dos esferas por una varilla y el conjunto lo hiciésemos girar alrededor de un punto de ese eje, ligeramente desplazado del centro de la Tierra. El resultado es que la Tierra también gira en torno a ese punto, aunque mucho menos que la Luna. Y del mismo modo que sucede con la Tierra sucede con las estrellas cuando a su alrededor orbitan planetas: sufren pequeñas variaciones en su órbita que pueden ser captadas por los telescopios.
También hemos hablado en clase de los tránsitos planetarios. En 2004 tuvimos la oportunidad de observar el tránsito de Venus; en la imagen, tomada desde nuestro instituto, el pequeño punto negro que se observa sobre el disco solar es el planeta Venus; es algo similar a un eclipse pero en este caso, dada la diferencia de tamaños y la distancia, no se oculta totalmente el Sol. Pues bien, cuando un planeta pasa por delante de una estrella produce un pequeño "eclipse" que reduce la luminosidad de la estrella. Y esta pérdida de brillo también se puede captar con telescopios muy potentes. Aquellas estrellas que sufran leves disminuciones periódicas en su brillo son candidatas a tener exoplanetas a su alrededor.
Los primeros telescopios permitieron conocer nuevos planetas en el Sistema Solar. Los actuales, junto a sofisticadas técnicas de observación, han permitido a los astrónomos conocer la existencia de más de 400 planetas que giran en torno a soles distantes y, con toda seguridad, este número aumentará espectacularmente en los próximos años. Quizá cada vez estemos más cerca de conocer la respuesta a la gran pregunta: ¿estamos solos en el Cosmos?